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lunes, 20 de julio de 2020

Museum. The serial killer is laughing in the rain #3

¡Buenas tardes, minna!

Y llegamos al final de esta trilogía. La verdad es que la he leído con muchas ganas, sobre todo porque no suelo devorar mangas policíacos. Al igual que en el segundo tomo, este cuenta con una historia aparte al final, pero he decidido no hablar de ella en la reseña porque no tiene nada que ver. ¡Comenzamos!


Título: Museum. The serial killer is laughing in the rain
Saga: Museum. The serial killer is laughing in the rain #3
Guión: Ryousuke Tomoe
Traducción: Maite Madinabeitia
Dibujo: Ryousuke Tomoe
Editorial: Norma Editorial
Género: Seinen
Páginas: 240
ISBN: 978-84-679-2229-5
Precio: 9,50 €

La persecución llega a su fin con el brutal enfrentamiento entre el inspector Sawamura y el cruel asesino en serie que mata oculto tras una máscara de rana. ¿Se desvelarán los motivos ocultos tras los sangrientos crímenes?

Vale, comenzamos con la historia del tercer y último tomo. Sawamura, que ha sido atrapado por el sospechoso, Sane Kirishima, ha conseguido completar el puzzle para saber la contraseña y escapar. La palabra es “eat”, que rápidamente enlaza con las asquerosas hamburguesas que el asesino le manda.

Cuando sale de su celda, se encuentra una cocina llena de sangre y la cabeza de una mujer y un niño. Creyendo que son su familia, Sawamura se lanza a perseguir al asesino, que tiene otros planes para lograr su objetivo y conseguir una nueva pieza para su colección.

Mientras tanto, el inspector Seki y su equipo han seguido los pasos de Sawamura y han llegado a la casa de Kirishima. El sonido de un disparo los alerta, pero no saben si llegarán a tiempo. Solo existen tres finales posibles para Sawamura, cada cual a gusto de alguien distinto.

Y esa es más o menos la historia. Para poder escapar de su captor, Sawamura ha de completar un puzzle y ver las letras que aparecen en él. Esa será la contraseña para poder abrir la cerradura y seguir la persecución de Kirishima, pero contiene un mensaje oculto. Cuando logra salir, se encuentra con una cocina llena de sangre y máquinas para hacer carne picada. Agotado, Sawamura cree que las hamburguesas estaban hechas con la carne de su familia y se vuelve loco.

Mientras tanto, Kirishima acorrala a la mujer de Sawamura y a su hijo, también encerrados. A cambio de no matar al niño, la mujer ha de seguir las órdenes del asesino. Cuando este se planta ante Sawamura, el policía se lanza pistola en mano tras él. Mientras corren por el laberíntico sótano, Sawamura pierde de vista a su presa y, al torcer una esquina lo ve. Pero, extrañamente, reconoce a su mujer tras el disfraz.

A su vez, el inspector y el resto del equipo han seguido los pasos de Sawamura, han llegado a la casa de Kirishima y han encontrado el cuerpo del doctor que lo trataba. Mientras investigan por la casa, escuchan disparos y comienzan a movilizarse en busca del sospechoso.

Y así va este tercer tomo. No diré cómo termina, lógicamente, pero hay un momento en el que el asesino deja claro que solo puede haber tres finales: Samamura pierde a su mujer pero salva a su hijo; los tres se salvan o... un deselance distinto.

La verdad es que hay un momento bastante “bonito” en la historia. Cuando Sawamura se encuentra con alguien que va vestido como el asesino, tiene un flashback gigante de cómo conoció a su mujer en el colegio, cuando nació su hijo, las excusas y las discusiones... y la forma en el que su mujer le dio la espalda para irse, la misma postura que presenta la persona ante él.

Y eso os contaré. La verdad es que ha sido una historia bastante impactante, pero muy intrigante. El asesino es un psicópata de los grandes, hay que admitirlo. He disfrutado mucho de esta trilogía, aunque el protagonista es un poco soso. ¡Nos vemos!

 

Nota: 6/6


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